Día 211 de 365: Publicación CIUDAD GRIS Julio 2023 • Prólogo y primer capítulo


El #ProyectoNakamura que se convirtió en #ProyectoParaboloide y después en CIUDAD GRIS ya está finalizado y publicado en Amazon, participando ya en el Premio Literario Amazon 2023.


Inicio escritura primer borrador: marzo 2023

Fin primer borrador: mayo 2023

Edición: junio 2023

Segunda edición, corrección, maquetación y publicación: julio 2023

Finaliza julio... No puedo creer que haya logrado mi objetivo, lo mío me ha costado, no voy a mentir. Ha sido un camino de felicidad y también de incertidumbre, de cambios de opinión, de desesperación y preguntas. Todo comenzó a principios de este año, entonces estaba felizmente dispuesta a escribir una novela juvenil de fantasía y aventura «O tesouro das gárgolas» en gallego, para enviar a la editorial Galaxia. Bueno, esa es la idea que había elegido como prioritaria en ese momento. Como dije en esta entrada sobre los procesos creativos y escribir un libro, lo primero que hago como escritora es decidir qué voy a escribir. Cuál idea de las que tengo por ahí abandonadas es la que pasará a primer plano.

Siento que esta entrada va a ser un poco larga, pero si te quedas hasta el final podrás leer el prólogo y el primer capítulo de Ciudad Gris, una recompensa a esa ansia lectora que te acompaña. 

Así que a principios de año, mientras enviaba La ventana de Nora a buscar casa, empecé a pensar sobre esa historia juvenil y fantástica. Enseguida se me ocurrieron miles de ideas, como siempre me pasa. Podría parecer una bendición, pero en ocasiones tal marabunta de pensamientos impide avanzar hacia algún lugar seguro. En marzo ya estaba pensando en dejarlo, ¿y si acaso me estaba obligando a escribir algo que no me apetece? Me preguntaba. Tengo la certeza de que solo era míster cerebro poniendo un pie sobre la mesa, me aburro, decía cansado. 

La escritura ya no fluía, todo me parecía una mierda, así es. El narrador no me cuadraba, los personajes me apestaban. (En realidad, me faltaba estructurar más las ideas, es todo) Lo que ocurrió es que pronto empezaría el plazo para el Premio Literario Amazon 2023 (ese mismo al que quise acudir el año pasado y no fue posible, también el año anterior...) Tenía clavada esa espina y debía hacer algo. Míster cerebro se mostró de acuerdo, claro, sí, dame una novedad, déjame pensar en ideas nuevas, ¡cómo me divierto! Y así fue, decidí elegir una de las tantas historias que esperan su turno en la carpeta de ESCRITOS MÓNIKA FEREN, que más bien debería llamarse, locuras Mónika Feren.

En abril me impuse escribir todos los días y casi lo logré, batallando con míster cerebro que a veces se resistía, ay, Mónika, hoy no me apetece, ¿por qué no te pones a hacer otra cosa? No sé, ¿no querías grabar algún vídeo para YouTube? ¡Escucha, tengo algunas ideas! ¡Escucha! ¡Escúchame! Pero yo constante a más no poder, volvía al documento a escribir. 

A finales de mayo el primer borrador estaba listo gracias a esa constancia (y no a míster cerebro, precisamente) 

Junio lo dediqué por completo a la edición de ese primer borrador, corta, pega, escribe y reescribe. Con la ayuda de mi querida lectora Alfa💌, la única a la que pude recurrir porque no quedaba mucho tiempo. El plazo para la presentación al Premio Literario Amazon es hasta el 31 de agosto, pero yo quería publicarlo en julio, porque agosto es de vacaciones y porque además pensé que debería estar publicado antes de que llegara ese plazo. Bien.

Julio. Aquí estamos. Míster cerebro y yo hemos llegado al final del camino. Tras la reedición, corte, pega, reestructura, corrección, maquetación y publicación de Ciudad Gris. Debería estar muy feliz y lo estoy. Quizás no tan entusiasmada como en esas primeras publicaciones. Me siento cansada, escribir me divierte, no podría vivir sin escribir, aunque fuesen unas palabras como estas que lees, pero ha sido agotador, no lo niego. El resultado me encanta, e incluso así siento que quiero alejarme de la historia durante un tiempo. Yo también. 

Pero, ¡ah! Falta una parte importante del proceso creativo de escribir un libro, la promoción. Entonces me pregunto, ¿para qué escribiste esta novela? Para presentar al Premio Literario Amazon y eso ya lo he conseguido. Debería relajarme, hacer aerobic, lo que médico irlandés le recomendaba a Leo Nakamura, protagonista de Ciudad Gris 😁 

Y eso es justo lo que voy a hacer. En esta entrada, de repaso a julio y reflexiones, dejaré el prólogo y el primer capítulo de Ciudad Gris para quien quiera leerlo. De antemano me gustaría agradecer a todas las personas que le darán una oportunidad a esta historia que ni siquiera puedo catalogar firmemente, ¡qué raro! Thriller de acción y misterio, un poco de ciencia ficción, cyberpunk… 

Nos vemos en la siguiente página del cuaderno🗒️ 



SISTEMA
DE RECOPILACIÓN DE DATOS AyA


[Acceso
autorizado al sistema de gestión de informes clasificados de la
Corporación Tres Picas]



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de informes clasificados registrados en este dispositivo]



EXP-1500-010



EXP-800-nKF



EXP-2031-001



EXP-438-PN



EXP-2031-002









[Desplegando
informe EXP-2031-001. Manténgase a la espera. Mientras puede
disfrutar del último éxito musical: Chica Patinete, de AilasoR]



El
Experimento
EXP-2031-001
se
llevó a cabo para investigar los efectos del objeto clasificado
XNR19, denominado Paraboloide

al
exponerlo al aire libre. La investigación sucedió de manera
controlada en las Afueras Verdes, situadas en Ciudad Gris. El informe
presenta los resultados obtenidos, el análisis correspondiente y las
conclusiones derivadas del experimento.









Precedentes



El
objeto XNR19 fue encontrado por la partida de investigación Romeo25,
perteneciente a la corporación Tres Picas. El objeto se hallaba
encapsulado en una caja de cristal hermética, en las Ruinas Épsilon,
en aguas abisales a cinco mil metros de profundidad, al oeste de la
también llamada hace años, Fosa de las Marianas.



Aviso:
La
zona está catalogada de alta actividad telúrica. Los instrumentos
de medición pueden fallar.



El
objeto XNR19 fue recuperado y puesto a disposición del laboratorio
principal de la sede Katana, en Tokio. Posteriormente, el objeto, en
adelante Paraboloide, se trasladó al Estadio, laboratorio de la
corporación Tres Picas, para su investigación con técnicas
avanzadas. 



Los
resultados obtenidos no fueron concluyentes hasta el EXP-2025-75.









¿Desea
leer el informe completo del EXP-2025-75?



No





Ver
los precedentes



Ver
la metodología



Ver
solo resultados









[Resultados
del EXP-2025-75]



Tras
la activación fortuita del objeto Paraboloide junto al otro objeto,
en adelante Medallón, el científico que lo manipulaba aseguró
encontrarse indispuesto. 



Atención:
no
existen evidencias comprobadas de la veracidad de las palabras del
científico.



Días
más tarde contó a sus compañeros de turno que sentía gusanos
gigantes recorriendo el interior de sus venas. Se procedió a un
análisis completo…









[***ERROR
DE LECTURA***]



[No
tiene suficiente autorización para acceder a este recurso. Para leer
el informe íntegro necesita un inicio de sesión de nivel cinco]



¿Desea
continuar con otra acreditación?



No





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atrás









[Volviendo
al informe del EXP-2031-001]







[Accediendo]







[Se
presentan varios experimentos en relación con el informe que desea
consultar. Para una mejor compresión, se aconseja una lectura en
profundidad]



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un resumen



[Elaborando
resumen. Espere. Recuerde, que como inteligencia artificial de
capacidad aumentada, me está permitido grabar esta sesión para
mejorar la recopilación de datos. Gracias por utilizar AyA, su
inteligencia artificial de confianza]













[Resumen
concluido. La interpretación errónea de este resumen podría llevar
a conclusiones precipitadas. Absténgase de utilizar esta información
como algo cien por cien verídico]



Los
experimentos C1, C3, C5, C9, C10, E15, E25 concluyeron que el
Paraboloide en conexión con el Medallón, tiene ciertas capacidades
para influir en las células animales. La exposición al Paraboloide
consigue, con un grado de acierto del treinta por ciento, que
pequeños animales de laboratorio, sigan órdenes sencillas.



Los
experimentos V25, F15, F25, F60 demostraron que la protección con
polímeros plásticos impermeables como el polipropileno, protegen a
las personas de la radiación emitida por el Paraboloide.



[Atención:
no
se ha demostrado cuál es la composición exacta de la sustancia,
ondas o radiación.
¡Peligro!
No
utilizar en entornos no controlados]



Los
experimentos F65, I200, L56, EB1, EB2, EB3, EB4, EB5 evidenciaron que
el Paraboloide es capaz de controlar mentes humanas. 



Atención:
No
se han llevado a cabo suficientes pruebas para conocer los efectos a
largo plazo.



[Fin
del resumen]



[Volviendo
al EXP-2031-001…





Introducción



Precedentes



Metodología



Pasos
realizados



Resultados



Conclusiones



[Abriendo
Resultados…]








El
grupo experimental expuesto al Paraboloide mostró comportamientos
desiguales.



Se
observó una mayor cantidad de sujetos con tendencias agresivas,
incapacidad de controlar sus instintos primarios, alteración de las
capacidades cognitivas, aumento de la psicosis colectiva…



[Datos
corruptos,
imposible
lectura]



La
exposición en el grupo experimental de flora y fauna no es
concluyente. Los animales sufrieron mutaciones genéticas
imprevistas. La flora sufrió mutaciones genéticas imprevistas.



El
análisis de los resultados sugiere que el Paraboloide tiene un
efecto negativo sobre las personas con algún problema mental previo…



[Datos
corruptos,
imposible
lectura]





Se
especula que la radiación arrojada por el Paraboloide podría anular
voluntades, producir mutaciones y alteraciones físicas, incrementar
o disminuir la inteligencia, alterar la conducta. Se requieren
investigaciones adicionales para comprender en detalle estos
mecanismos. 



El
resultado del experimento no es relevante, debido a la falta de
control…



[Datos
corruptos,
imposible
lectura]



[Se
incluyen
otros
datos

no
oficiales de los resultados]



¿Leer?





No



[No
tiene suficiente autorización para acceder a este recurso. Para leer
datos no oficiales necesita un inicio de sesión de nivel cinco]









Volver
atrás



Conclusiones





Basándose
en los resultados y análisis presentados, se concluye que el
Paraboloide tiene un impacto significativo en las personas, la flora
y la fauna expuesta. El radio de acción es de cinco kilómetros
desde el epicentro del experimento. 



No
se han observado daños ni efectos en una distancia superior. La
exposición a la sustancia emitida por el Paraboloide parece no
afectar a algunas personas por causa desconocida… 



[Datos
corruptos, imposible lectura]



[Se
recomienda realizar más investigaciones para profundizar en este
supuesto]



No
es contagioso por aire ni por contacto físico entre personas
afectadas. 



[Se
recomienda realizar más investigaciones para profundizar en este
supuesto]



El
efecto se desvanece con el paso de las horas. Tiempo total por
determinar, inconcluso…



[Datos
corruptos, imposible lectura]



[Se
recomienda realizar más investigaciones para profundizar en este
supuesto]



[Recomendaciones
de seguridad]



Dado
el nivel de clasificación del informe, se deben seguir las
siguientes recomendaciones de seguridad:



Restringir
el acceso al informe únicamente al personal autorizado y vinculado a
la investigación.



Mantener
la confidencialidad de la información contenida en el informe y
evitar su divulgación no autorizada.



Implementar
medidas de seguridad física y digital para proteger la integridad y
la confidencialidad del informe.



[Clausura]



El
informe del Experimento

EXP-2031-001
ha
sido concluido y documenta los resultados, análisis y conclusiones
derivados de la investigación sobre los efectos del Paraboloide en
las personas, la naturaleza y el ambiente. Cualquier solicitud de
acceso a este informe debe seguir los procedimientos establecidos por
la Corporación Tres Picas.



[Fin
del informe EXP-2031-001]





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[Teclee
nombre o número de referencia del informe]



Sujeto
438·ProyectoNido·Katana·LN



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[No
se han encontrado coincidencias]



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de informes disponibles en este dispositivo]



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EXP-1500-010



EXP-800-nKF



EXP-2031-001



EXP-438-PN



EXP-2031-002









[Abriendo
informe EXP-438-PN. Sujeto de experimentación número 438]



[No
tiene suficiente autorización para acceder a este recurso. Para leer
el informe completo EXP-438-PN necesita un inicio de sesión de nivel
diez. Puede ver algunas conclusiones]



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Conclusiones



[Se
muestran datos aleatorios de los resultados. Alta probabilidad de
error]







Sujeto
de experimentación número 438 en PN, sede Katana. Clave de
referencia: Vida Mejorada.

Infiltrada
sustancia XNR20 con éxito. Responde al tratamiento y órdenes
sencillas. Efectos a largo plazo comprobados al 80%.



Activación
de capacidades, memoria aumentada, niveles de observación y
concentración en niveles elevados. 



Éxito.



Compatibilidad
con objeto gemelo XNR19...



[***ERROR
DE LECTURA***]



[Se
ha detectado una quiebra en la seguridad de datos]







[Comunicación
establecida con agentes del orden]







[El
inicio de sesión se cerrará en cinco, cuatro, cuatro, cuatro,
cuatro, cuatro,
cuatro











1.
Leo Nakamura








Cuatro
veces. El cristal se movió al compás de los picotazos. Cuatro nada
más. Cadencias de un minuto de descanso y vuelta a empezar.
Pic,
pic, pic, pic
.
Los segundos pasaban entre picotazo y picotazo, justos, exactos,
sesenta segundos de espera y de nuevo,
pic,
pic, pic, pic
.
Nakamura mientras, dormía el sueño de los justos o tal vez el de
los injustos, una de dos. El pájaro continuaba con su letanía de
todas las mañanas. Cuatro picotazos al cristal y la espera.



Se
había quedado dormido en la cama de dos por dos, más grande que su
propia desdicha. Las sábanas estaban enredadas en el cuerpo atlético
y fibroso, desnudo, excepto por una camiseta de asas negra. La
almohada, vieja y ruinosa, sobrevivía de casualidad al mar de babas
acumuladas durante las pocas horas de sueño. Nunca era suficiente.
Las pesadillas y su mejor amiga, la migraña, impedían un feliz
descanso. Giraba a cada rato, escondiéndose de esos fantasmas que
tocaban a la puerta onírica. Llegaban y se iban casi sin avisar.
Nakamura tiró de la sábana e intentó colocarla para dormir un poco
más. Unos minutos. Una tregua.



De
fondo escuchaba a Cuatro, la urraca que no se apartaba de la ventana
por las mañanas. Su ritual de picotazos constantes seguía. El
reclamo del desayuno.
Pic,
pic, pic, pic.

Descanso,
un minuto y vuelta a empezar. ¿Se cansaría en algún momento? Tenía
que ponerle comida. Esa visita alegraba sus días, la necesitaba y
ella a él. Sin embargo, cuando llegó de madrugada  no recordó
al pájaro de plumaje negro y blanco, ni a su picoteo despertador,
tan solo fue capaz de poner a cargar el móvil agonizante, con un dos
por ciento de batería. 



Las
personas no podían cargarse de ese modo. Ojalá, sería tan
sencillo.



Cuatro
de la madrugada, cuatro picotazos, la urraca Cuatro. 



Al
menos ella sonaba ahora energética, sin necesidad de una carga
artificial. Esperando la comida, con una paciencia que Nakamura ya no
recordaba.



Ahí
estaba. El dolor de cabeza, un latido constante como los picotazos de
Cuatro, seco y punzante en la sien izquierda. No era ninguna novedad.
La migraña lo acompañaba desde pequeño, cuando comprendió el
significado de la palabra dolor. Las visitas al médico no servían
de nada. Lo reducía a una cuestión: origen psicógeno. Como si eso
lo hiciera desaparecer. Son asuntos de las emociones, decía. Una
cefalea constante y tensional.



Nakamura,
sé que te duele, para ti es real, pero es somático, lo creas tú
mismo. Debes relajarte. Hacer aerobic.



Somático.
Una palabra mil veces repetidas y que no espantaba al dolor. Las
pastillas no lo mitigaban por completo, solo las especiales de
Giussepe. El resto no funcionaban. Distintas marcas, distintos
formatos, cápsulas, polvos, granulados, comprimidos… Tenía miedo
de morir por sobredosis algún día y al mismo tiempo no podía
dejarlas.



Relájate.



La
voz del médico irlandés sonó de fondo otra vez. Pensar en la
muerte no era ningún alivio por culpa de su capacidad para inventar
pensamientos profundos. La conciencia vacía, sin nada que pensar y
el cerebro apuntando al botón de apagado. ¿Adónde iría? Al menos
el dolor desaparecería también.



De
vuelta a la realidad, tenía cosas más importantes que hacer.
Comienzo del mes de julio y pleno verano. Eso significaba encontrarse
al casero fiel tras la puerta en cualquier momento. El casero estaría
mirando con atención el extintor colgado en una esquina de la pared
del decimoquinto piso, o el surtidor de oxígeno vacío. Todo con tal
de no enfrentarse a Nakamura. El extintor y el surtidor no servían
para nada, como las visitas al médico, como las pastillas, como el
propio edificio ruinoso.



Otras
veces el casero no estaba allí, sino en su garita de la entrada. Se
creía el dueño del edificio y no era más que un mensajero
encargado de recoger las mensualidades de los inquilinos. Un conserje
y poco más, aunque los focos fundidos de los rellanos no le
interesaban demasiado. Nakamura pagaría cuanto antes. No soportaba
ver su cara sarnosa.



El
único motivo que lo impulsaba a salir de la cama, además de la
insistente urraca Cuatro, era la botella de leche fresca que su
vecina Mirta le dejaba los lunes junto al felpudo. De vaca de verdad,
o mejor dicho, de dos vacas, Pili y Mili, que comían grandes
cantidades de
raigrás
italiano
en las Afueras Verdes. La naturaleza más pura cerca del caos de la
Ciudad Gris. ¿Y qué si los pastos estaban contaminados? La leche
del supermercado sabía a hormonas en descomposición.



Entre
suspiros desenrolló la sábana del cuerpo. El tacto agradable y el
olor a suavizante llenó sus sentidos y erizó la piel. Merecía la
pena ir a la lavandería de la esquina, abarrotada a todas horas. Las
lavanderías eran en el negocio del siglo, según muchos. La ropa
daba vueltas en la lavadora, mientras Nakamura entrenaba los músculos
en el gimnasio de Cao situado al final de la calle. Dos por uno,
aunque últimamente se le daba mejor esperar en otros sitios. El
gimnasio le recordaba a tiempos mejores. 



La
secadora, con triple potencia, hacía estropicios en la mayoría de
la ropa, pero no importaba, un precio ridículo a cambio de la
suavidad del suavizante. Por algo se llamaba así. Suavizante que
suaviza. Tenía que preguntarle a los dueños qué marca era para
usarlo en su lavadora. Esa lavadora que cada vez que centrifugaba
amenazaba con irse de viaje por el pasillo. Tal vez se encontraría
con los vecinos que subían a la terraza a tender la colada, y
charlarían de tú a tú, persona y lavadora, tan entendidos ellos en
asuntos de limpieza.



El
acceso a la terraza se hacía a través del piso de Nakamura. Habían
llegado a un acuerdo para que así fuera. No había mucho que ver
allí arriba, salvo sostenes estirados y calzoncillos roídos,
toallas llenas de pelotillas y sudaderas inservibles hasta que
llegaba la noche. Durante el día siempre hacía calor. Demasiado
calor, estrés y agobios.



Relájate.
Aerobic.



Las
estaciones ya no existían como tal. Solo calor infernal o frío
polar. El año se dividía en seis meses en los que querías morirte
antes que soportar el calor y seis meses en los que estabas muerto,
por congelación.



Pic,
pic, pic, pic.
Cuatro
picotazos más. La urraca no se rendía. Otros días se echaba a
volar sin esperar por la comida, sin embargo, estaría hambrienta
para insistir tanto. Eso o se había despertado con ganas de
fastidiar. Como el dolor de cabeza.



Ya
voy —dijo Nakamura con tono seco.



La
voz sonó a tos interrumpida. Tendría que preocuparse más por sus
pulmones y utilizar alguna protección contra la contaminación.
Odiaba las mascarillas, los purificadores de aire y los surtidores de
oxígeno con toda su alma. Resultaban más molestos incluso que el
casero fiel. Se levantó como pudo y se deshizo de la sábana con
pesar.



Ya
hacía calor suficiente para freír un huevo en el alfeizar de la
ventana, pero el sudor pegado a su cuerpo lo mantenía fresco. Aun
así encendió el ventilador con un movimiento automático. El sueño
se apoderaba de su ser, tanto que no se dio cuenta de que el
ventilador estaba desenchufado desde el día anterior y no se puso en
marcha.



Nakamura
caminó hacia la cocina arrastrando los pies, con varios mocos
compitiendo por ser los primeros en asomar en esa mañana de lunes.
Una carrera sin igual. Tosió varias veces sin molestarse en tapar la
boca. Nunca había probado un cigarro, pero la tos sonaba como la de
un fumador constante, de mínimo dos cajetillas diarias. La polución
de Ciudad Gris seguía en aumento por más políticas
anticontaminación que pusieran. Los enfermos pulmonares llenaban los
pasillos del área de neumología, pero si no evolucionaba la
mentalidad de las personas, no cambiaría nada.



Deberías
ponerte la mascarilla con filtros.



Encendió
la luz amarillenta de la cocina. Los armarios blancos con cristales
de vidrio templado le dieron la bienvenida. También los restos de la
pizza sin gluten en la caja de la Pizzería Piero sobre la isla
central de granito. Una cocina muy moderna para un piso tan
anticuado. Al menos esperaba que los anteriores inquilinos se
hubieran librado de pagar las últimas cuotas de alquiler. La
vitrocerámica último modelo, con tecnología asiática, incluso
preguntaba qué tal había ido el día. Nakamura apenas la usaba, su
alimentación se basaba en el menú de lugares que quedaban de
camino, eso incluía cualquier kebab, pizzería o hamburguesería
situada entre el edificio Bostak y la planta de reciclaje Reco
Soluciones, su lugar de trabajo. Conocía bien todos los que había
en su trayecto de ida y vuelta por las carreteras secundarias. No
podía cruzar por el centro con su anticuado Toyota. Demasiadas
emisiones nocivas, decían, como si solo su coche y los de su
categoría fuesen los responsables directos de toda la contaminación
de Ciudad Gris. ¿Una hora extra de conducción no emitía más
gases?



Miró
la pizza que tan apetecible le había parecido a las cuatro de la
madrugada. Ahora el estómago protestaba con rugidos que pronto lo
llevarían al baño a evacuar esa masa fermentada. Seguro que lo de
sin gluten era solo una estrategia para llegar a más público.
Nakamura lo sabía, pero se arriesgaba. El grado de intolerancia se
lo permitía. Lo había descubierto cuando trabajaba en Il
Parmigiano, el restaurante italiano más famoso de la ciudad,
regentado por el bueno de Giussepe. La pizza le encantaba, de
cualquier sabor siempre que las aceitunas permaneciesen lejos.
Después venía el malestar. Todo era menos doloroso a los dieciocho
que a los cuarenta y dos.



El
estómago actual, no el del joven Nakamura, protestó una vez más
obligándolo a volver del pasado. Estaba allí de pie en medio de la
cocina, desnudo de cintura para abajo con el pene flácido apuntando
al suelo. En cualquier momento entrarían Linda o Javier, los que
tendían la ropa en la terraza, y se encontrarían con una buena
vista de su trasero peludo. Ya estarían acostumbrados, la mayoría
del tiempo Nakamura vivía solo en su cabeza, el mundo exterior le
importaba muy poco.



Pic,
pic, pic, pic.
Cuatro
seguía en la ventana, podía escuchar el incesante picoteo desde la
cocina. Esa especie de pájaro recibía el nombre de Pica pica en
algunos países. Picaba, sí, picaba bastante, sobre todo la comida
que Nakamura le dejaba, desde las semillas de frutas y bayas hasta
insectos que compraba en la tienda de animales. Cuatro comía
cualquier cosa sin rechistar. Nada de intolerancias. Desde que había
aparecido en la ventana a picotear los restos de un
dürüm
especial
en una noche de verano, nunca más había dejado de asistir, fiel a
su ritual picador. Conocía los horarios cambiantes de Nakamura, o
eso creía él. Quizá también iba cuando no estaba en casa. No
podía saberlo, a menos que colocara una cámara para vigilar a su
mejor amiga, la más verdadera, Cuatro. Su curiosidad no llegaba a
tanto, las labores detectivescas habían quedado en el pasado, ahora
solo era un empleado más de Reco Soluciones, con su traje gris y
arrugado, con rayas amarillas fluorescentes, bien brillantes. Para
que la máquina no se confundiera con un residuo y el trabajador
terminase en la empacadora o peor aún, en la trituradora.



Su
pasado como detective privado estaba a salvo de sí mismo y sus
impulsos, escondido en el local del centro que le había servido de
despacho durante muchos años. Con las titulaciones que ya no servían
de nada y los recuerdos bajo llave. Lejos. Todavía seguía pagando
el alquiler con la excusa de que los robos en los suburbios iban cada
vez a peor. Tenía algunos dispositivos muy valiosos y miles de
documentos con información relevante. Algunos decían que era un
detective de otros tiempos, negado a utilizar la tecnología más
avanzada. El ordenador portátil, discos duros, las cámaras,
grabadoras, pequeñas y grandes, agendas y bolígrafos. Bic, azules y
negros. Sus preferidos. Transcribir los resultados de sus
investigaciones y llegar a alguna conclusión se convertía en una
obsesión. Era la parte que más le gustaba, cuando todo comenzaba a
cuadrar. A menudo solía verlo antes de escribirlo. Las piezas del
puzzle, con la información de los datos recopilados, encajaban en su
mente. En realidad mantenía la esperanza de volver a su antigua vida
y sentirse completo.



Tienes
talento, Leo, un don innato,
había
dicho Giussepe, su jefe durante diez años en Il Parmigiano.
Observación, paciencia, vincular elementos en apariencia
desconectados. Entonces, tras escuchar esas mágicas palabras,
Nakamura había decidido estudiar para ser el mejor detective privado
de todo el país. Pero el talento se había apagado. Desaparecido sin
dejar huella.



Pic,
pic, pic, pic.
Cogió
el bol y puso una buena ración de semillas para Cuatro, ese día se
estaba ganando la comida. Agarró también un trozo de pizza y una
botella de agua mineral, algo habría que darle al estómago. Volvió
a la habitación y cerró la puerta con la pierna. Ahora no le
apetecía que nadie viese sus partes pudendas.



Ya
voy.



Tenía
que dejar de pensar tanto. No había hecho otra cosa esa mañana.
Reflexionar estaba sobrevalorado, pero él seguía haciéndolo sin
poder evitarlo. Miles de pensamientos atascaban la carretera
principal del centro de su cerebro, como los coches en la realidad.
Con prisa, queriendo llegar los primeros, descontrolados, a golpe de
claxon cada día. Eso solo acentuaba su dolor
somático
de
cabeza. Quizá debería ir a un médico privado, los que hacían todo
tipo de pruebas, tantas como el bolsillo estuviera dispuesto a pagar.
Resonancias, tomografías, escáner cerebral. Cuantas más mejor. 



Abrió
la ventana.



¿Todavía
sigues respirando? —le preguntó. La urraca extendió sus
brillantes alas blancas y negras como respuesta y se giró
indignada—. Vale, perdón, me has entendido mal. Me refiero a que
si aún puedes respirar con la polución.



Cuatro
se giró decidida y le picoteó en la mano. Su saludo habitual, sin
palabras y aun así resultaba más cercana que muchas personas.
Nakamura se imaginó una mascarilla para pájaros y sonrió, quedaría
muy elegante en el pico grisáceo de Cuatro. Gris como la ciudad.



Me
perdonas, bien por ti. He encontrado unos insectos nuevos. El de la
tienda me ha dicho que llegan la semana que viene. Moscas del vino o
algo así. ¿Sabes cuáles son? Hoy tendrás que conformarte con
estas semillas de naranja.



Puso
el bol en el alfeizar y dejó la ventana abierta mientras Cuatro daba
picotazos ansiosos. Odiaba que la contaminación entrase al piso. El
aire olía mal y el purificador, como muchas otras cosas, no
funcionaba. Daba igual. Las ranuras entre el marco de la ventana, mal
selladas, y el precario cristal tampoco eran el mejor aislamiento. 



Cuatro
terminó con las semillas y se puso a picotear sus alas, seguro que
allí habitaban unas cuantas pulgas. Hizo el amago de echarse a
volar, pero lo pensó mejor y entró en la habitación. Saltó varias
veces sobre las sábanas llenas de sudor, dejando la marca de sus
pequeñas patitas sucias.



¡Oye!



Al
fin, Nakamura se dio cuenta de que el ventilador no se había
encendido. Se disponía a enchufarlo cuando la urraca se posó en su
hombro. Perdió el equilibrio por unos segundos y le clavó las uñas
largas. Después picoteó las mejillas de Nakamura. Despacio, no como
en el cristal, por suerte para él, sobre todo. El pelaje brillaba en
tonos irisados.



Se
miraron durante unos segundos a los ojos, midiendo quién aguantaba
más de los dos, Cuatro bajó primero la mirada de ojos negros y
redondos hacia el suelo.



Cuatro,
¿qué ocurre?



Suponía
que el pájaro quería decirle algo con sus gestos y acciones. Que
Cuatro estaba con él por un motivo importante. Nada ocurría porque
sí en Ciudad Gris. Ni tampoco en la mente del ex detective.



Unos
golpes repetitivos en la puerta hicieron que el pájaro echase a
volar. Le atizó con las brillantes alas en el rostro y se mantuvo en
el aire unos segundos mirando a Nakamura. Una suerte de disculpa
improvisada. Y se fue.



Los
golpes en la puerta se repitieron. Sería el casero fiel, aunque rara
vez se atrevía a llamar, más bien se resignaba a esperar que pagara
la cuota a tiempo, para no sufrir su mal humor.



























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